A lo largo de los años hemos ido creciendo en conocimiento, descubriendo nuevos horizontes y nos hacemos cada vez más conscientes de lo que significa el respeto y la cultura. El mundo es un pañuelo, o eso dicen, así que es mejor respetar al prójimo, para que luego no te devuelvan el daño que has realizado.
Que el tema a la libertad de expresión pueda parecer repetitivo no haga que dejemos de lado un tema muy importante. No solo para los profesionales que luchan alrededor del mundo para ejercer su profesión dignamente, sino para que la gente pueda hacerse con facilidad de la información que, por derecho, le pertenece. Que sea veraz o no ya depende de la ética de cada uno.
El problema también lo podemos encontrar en lo que algunos piensan que es perjudicial, porque puede que determinados temas no sean aptos para todo el mundo y que lo que se diga se transforme en un arma de doble filo. Porque sí, la información puede hacer daño. Y mucho. Pero es necesaria, y hay que saber manejarla. Qué sería de nosotros si no pudiéramos expresarnos.
Llevarle la contraria a una idea que, en principio, puede ser cierta y verdadera, no tiene por qué ser malo, sino productivo. Ayudar a mejorar es lo que nos ha llevado a crear una nueva sociedad, un nuevo modelo de pensamiento. Aunque muchos piensen en cargárselo. Ante ello, debemos levantarnos y decir 'basta', que con nuestra libertad no se juega.
¿Qué tipo de falta de respeto es aquella que no deja que los periodistas no puedan preguntar a un político por su manejo de las leyes y sus prácticas políticas? Pues eso es de lo que tenemos que hablar: de defender a esas personas que luchan cada día por llevarnos al sillón de nuestra casa las noticias en forma de palabras.
El poder de las redes sociales ha transformado la perspectiva restrictiva que muchos líderes pueden querer poseer. Por eso, en nuestras manos está el hacer un buen uso de ellas. Estas son una simple herramienta que puede mover el mundo y cambiar nuestras conciencias, porque entre sus miles de propuestas podemos encontrar información, imágenes y demás cosas que los medios tradicionales no muestran por pudor, represión o, simplemente, respeto. Con ellas podemos hablar y ser escuchados. Pero siempre hay que ir con ojo avizor sobre lo que decimos y cómo lo decimos. Por lo mismo que algunos medios hacen (y ya he dicho): respeto.
Que la prensa no sea el objeto de la furia y la represión de unos, porque lo único que consigue es la repulsión de todos los demás. Y que esos que evitan a los periodistas hacer su trabajo sean destituidos inmediatamente de su puesto de poder, porque esa manera de pensar no puede representa a nadie. Y para ello no tenemos por qué irnos lejos, porque la idea de represión de los medios (y que solo los afines sean aceptados) es propio de los países totalitarios, aunque estos pretendan camuflarse bajo el nombre de democracia.
Recordemos que la libertad empieza por el respeto hacia los demás: sean del país que sean, practiquen la religión que practiquen y piensen, actúen y lean como quieran. Porque con la diversidad nos hacemos más fuertes, aprendemos nuevas cosas y crecemos como personas. Que nadie tenga que reprimir a nadie empieza por expresarse con libertad, además de crear un debate donde todas las opiniones estén aceptadas.
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